Ella, Ellos, viven como en algo llamado "esperanza", supuestamente para vencer a la derrota; es un palacio encantado lleno de continuos ¡ojalás!, de incesantes, ¡si tuviera!, de ¡yo sé que esta situación cambiará, que el destino me resarcirá!, febriles apuntes mentales que evaden la furia y disfrazan la inactividad, el conformismo o el inquebrantable tiempo de repliegue -debido a causas mayores-, en un punto determinado intentando comportarse como vida que se impide ser anulada. Sin embargo la esperanza es un nueroconductor y no el conductor, y si hay que llamar de alguna forma a la emoción de deseo de brincar de un lodozal al otro lado, a veces sólo con el deseo en sí, podemos hacerlo; pero esta no te resarcirá con sushi o dal (India) -para darle a tu paladar y conciencia nuevas expresiones de lo desconocido- sólo si conviertes la emoción de generar cambio y potenciarte en Activo y recuentas tus Pasivos podrás convertirte en el conductor que venza las derrotas.
Es posible, incluso, que desde este estado de acción no sólo que la situación pueda ser volteada de alguna forma a tu favor, y empiece a girar como quieres, aunque parezca lo contrario, -la paciencia en el reposo gestante es definitoria- desaparezca la estática, intervención, o influencia negativa que no te permitía avanzar hacia tu propósito.