Mauro, sentía que los tiempos se habían sucedido no como los esperaba, que se le habían complicado las jugadas, y no habría de encontrar la pauta o el tope sincrónico referente a lo que deseaba conquistar. Se habían mezclado todas las historias, y de nuevo, como al principio, estaba en el mismo punto que cuando Orión se había marchado. Mentira, no en el mismo punto. Le parecía así, sólo porque estaba en un estado indefinido de acción, llamémosle: semi congelado. Porque, de nuevo, y cada vez que los seres humanos nos metíamos en una historia empezábamos complicándolo todo, o enrevesando cuando menos los cables del alumbrado público: poniéndonos barreras infranqueables que no nos permitían el avance, en vez de dejar fluir los manantiales, tal y como debía ser; pensando en demasía, o por el contrario, actuando de manera alocada y torpe.
A veces. No. No, a veces. Eran muchas las veces que nos rehusamos a ver que no hay mejor oportunidad de disfrutar que la que nos ofrecen las apariciones de mundos mágicos u oportunidades inherentes a nuestro camino, un paralelismo difícil de obviar, y que sin embargo, dejamos pasar la mayoría de las veces. Es cierto que, muchas veces, nosotros nos quedamos como quietos, y pasan los años sin que observemos cambios cuánticos; otras veces, nosotros los buscamos, y en otras ocasiones, lo que solemos llamar compensación universal, justicia o merecimiento, nos coloca delante de algo que pareciese, y sólo pareciese ser, un momento fortuito, irrepetible, o ese que no pareceiese corresponderse con la conciencia de tu momento, tu esfera de continuidad de caminos; sin embargo, nunca podremos estar seguros de que cualquiera de dichas opciones irreales o presas de la imagenería no clásica, nos trasladase hasta unanotable mejora en nuestro camino de vida; así de esta manera perderemos infinitud de tiempo en estas diatribas, sin resolver o hacer los cambios realmetne importantes y definitorios. Podría ser, también, sólo una ilusión de nuestros antitetánicos pensamientos. Otras veces, estas réplicas exponenciales se querían explicar como una alteración de la mente subconsciente producida por ciertos y específicos estímulos sobre el mismo. En su pequeño entendimiento del universo, Mauro había visto cómo ciertas leyes psicofísicas se hacían sustancia y materia, permitiéndose ser jugada. Bien. Para él, para mí, cualquier evento que sucediese estaba precedido por esa especie de legalidad u orden que es postrero al caos; físicas, también, igualmente, quizás menos densas,