Un Profeta

Miércoles, Junio 2, 2010
      Encarnado, el protagonista, por un joven de diecinueve años, Malik El Djebena (Tahar Rahim), quien empieza a pagar el primer año de condena, de los seis a los que ha sido sentenciado, en Brécourt, sin aparente razón, más que un supuesto acto de agresión policial, y sin embargo éste es ubicado con los malhechores de crímenes, grado I. Así, lo que comienza como una travesía itinerante, casi cogida por los pelos, se convierte en una forma de vida.

      Malik, ha perdido a sus padres, y no conoce el afecto infantil. Su identidad está demarcada por raíces musulmanas, habitantes del Norte de África. Ha circulado por las calles, y los centros de detención juvenil, casi desde que tiene uso de razón. Una vez adentro de su cotidianidad, cuando los ejecutantes de la historia en la prisión deciden que este chico, es presa nueva que usar para sus fines y propósitos, Malik debe decidir entre sobrevivir haciendo uso de la fuerza bruta, la agresividad y toda la inteligencia posible para voltear las terroríficas circunstancias a su favor o morirse en el intento. Él lo entiende así, y sabe que deberá obtener esa capacidad de autodefensa y destrucción conjunta, en donde ya no existe una línea divisoria, fusionándose en una sola experiencia. 

      En ningún momento, creo que la película busque exaltar la problemática de los árabes en Francia o el resto de Europa, ni intente exponer a Malik como un héroe, pues, simplemente  juega el rol, tan conocido en América Latina, bien amañado en nuestras barriadas, una especie de "Pedro Navaja" o como lo expone la última canción que suena en la proyección, “Mack, The Knife”.

      Dos grandes grupos raciales conforman número importante en la prisión de Brécourt. Uno, lo constituyen los musulmanes; el otro, los corsos. Para ese momento, son los corsos, en conexión con los guardias de prisión, quienes poseen el control de Brécourt.

     César Luciani (Niels Arestrup), es el cabecilla de la banda de los corsos, dentro de la prisión, y opta por Malik para ejecutar sus nuevos planes. Estrategias, cuya finalidad será mantener a esta banda en control del tráfico de drogas, la ejecución de venganzas o el eliminar a personajes que no les interesan del contexto que los circunscribe.

     Reyeb (Hichem Yaucobi), es la primera tarea asignada a Malik. Reyeb es un árabe, al que no podemos develar, propiamente, y tampoco saber, exactamente, por qué está en prisión; pero sí se nos deja conocer que Reyeb actuará como testigo para acusar a una larga lista de personas de las mafias, las cuales han efectuado serios crímenes. En primera instancia, cuando se conocen en la ducha de la prisión, Reyeb le ofrece a Malik drogas a cambio de sexo, lo cual, le servirá después como estrategia para acercarse a éste; pues Reyeb, vive en un completo estado de auto protección, ya que teme, constantemente, ser asesinado. Malik debe ser el ejecutor, y pasar, totalmente desapercibido; a cambio de ellos, los corsos le ofrecen protección dentro de la prisión, y por supuesto, tendrá que seguir realizando trabajos para ellos.

     Lo curioso de esta cinta es la intención de recalcar la inteligencia estratégica que posee este chico de barrio, de origen árabe, el cual es nuestro protagonista, iletrado, además dispuesto a aceptar cualquier carga de humillaciones, hasta encontrar la vía para convertirse él en un "capo" o jefe de banda.

     Malik usa esos años en prisión para instruirse en todo lo que le sea posible. Empieza con ir a clases regularmente para aprender a leer, luego estudia economía y cultura general; como autodidacta, con diccionario en mano, asimila el italiano, no sólo para entender a los corsos cuando gestionan entre ellos, si no como su carta bajo la manga para ganarse la confianza y el rol maestro para desempeñar los planes de Luciani. Así mismo, hace dos interesantes amigos en prisión, el cocinero, Jordi (Reda Kateb) –pieza clave para introducir la droga en la cárcel- y Ryad (Adel Bencherif), quien es su fuerza inspiradora para comenzar a estudiar, y quien luego, se convertiría en su único y mejor amigo. Con ellos, engranará un negocio de distribución de drogas, adentro y fuera de la prisión, una vez que Ryad obtuviese su libertad.

     Malik, llega a convertirse en el viento que favorece el cambio del curso del timón de una causa estereotipada, volteando, por primera vez, desde lo que parecía mucho tiempo, los poderes activos dentro de Brécourt hasta conseguir cumplir su condena.

     Cuatro elementos muy interesantes, domados perfectamente por el director de la película Jacques Audiard, co-escrita con Thomas Bidegain, conforman la acción de esta película. La primera, es cómo el ambiente influye o puede ser un disparador de tendencias agresivas; genéticas o no, instauradas en el desarrollo del ser humano. Segundo, una especie de alegoría al mundo psíquico, o quizás una especie de esquizofrenia, no diagnosticada, que se hace activa en Malik, después de ejecutar el primer asesinato; y la cual lo conecta con una sutilidad de la mente, que no sólo le permite sobrepasar el sentimiento de culpa, sino convertirse en una especie de "chico visionario", pudiendo, desde ahí, en ciertas ocasiones, anteceder el desenlace de un acontecimiento, como si de un poder superior se tratara, y en donde en ciertas ocasiones, lo traspasa un destello de suerte protectora. Tercero, las mafias que han regido y siguen rigiendo Europa, en particular. Cuarto y último, es notoria la sagacidad con que Malik, logra adentrarse en las mentes y en los corazones de aquellos que le conocen, se vuelve indispensable, elabora alianzas entre enemigos, poniéndose en riesgo, o creando acciones maestras de sabotaje y éxito, negociando, siendo pieza de jaque, duelo y tormento, agresor hiporeactivo o saboteador activo, que recupera el respeto y la protección de la comunidad musulmana.

     Es una proyección densa y compacta, bien realizada. Excelente lente para el drama colectivo, donde resalta la capacidad para sobreponerse al dolor autoinfligido en aras de vivir. La emocionalidad está distante, no juega un rol permanente ni vigoroso; el sonido nos permite acoplar los sentidos al vilo, sin temor, pero con profunda observación del siguiente paso a andarse. Las personas se encuentran, se usan, se manejan, se corresponden, y en pocos interdictos, Malik logra confiar en algunas, refugiándose en la vida que otros ya habrían labrado, sólo para demostrarnos que la vida genera vida. Que los gansteres también son familia. Familia de quienes ellos consideran familia, y hasta que perdura la delimitación en sus conceptos de bienechuría.