"Leah"

     Te había dicho que me iba a obligar a parar, que iba a descansar. Que no más por ahora, por hoy. Que no iba a escribir más en ese acontecer de mis anquilosados días, los cuales, se movían entre cuarenta sombras llenas de conflictos y mi papel de psicoterapeuta ataviada con deudas atemporales; que tenía que dejar a mi cuerpo dormir en sana paz, en la paz de esta realidad y no de la mente. ¡Ja, ja, ja! ¡Qué risa!, ¡perfecto que me ha quedado! No sé si estoy mejorando o retrocediendo, pues la única sana y última paz a la que me refería estaba, ya, formando parte de lo que acontece entre las sombras y la luz; el estado neutro de reconocerse frente a un espejo sabiendo que eres tú, pero que tampoco es el yo de siempre ni para siempre. En ese continuo, sin embargo, el final no podía tacharlo de retroceso porque siempre constituía una forma de avanzar, de expresar, aunque ésta no era la idea y no pertenecía a este tiempo que andaba como de soslayo, intentando una vez más, invadir mi tímida privacidad, pues sentía mi casa interna tomada por invasores. Hoy, al menos no. No era la idea. No es menos que antes; pero tampoco más. Simplemente es por el tiempo presente. Y es por eso, que  sin más hilaciones que las de la premura vuelvo a retomar mis líneas; reconociendo que quizás, y sólo quizás, el conjuro de vivir es demasiado para mí en este universo que se desvitaliza a sí mismo.

      Me volví a preguntar: ¿qué podía o qué puedo yo hacer? Este era el punto donde había comenzado todo esto, en esa preguntita. Ahí empezaba todo el movimiento. Ahora. Siempre... Para el caso que nos atañe, y en los otros aquellos en que nos involucramos indirectamente, sabía que tenía que continuar en Esedra y al lado de mi astro gigante. Sino fuera así, sino hubiera estado segura, no me hubiera detenido en esta nueva tarea acerca de la evolución. Ingrata y torpe, para quien aún mantiene la idiosincrasia de la inocencia. Pensar sin declinar, y se me repetía: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, el que a Dios tiene, nada le falta...”. Dios, dios, D-I-O-S. ¿? ¿Pero si Dios no se muda como podía tener tan amplio campo de

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