cantar, que sabía cómo no dañarse y cómo se contenían sin pertenecerse ¡Vámonos! De nuevo resonaba en mí las ganas de emigrar de sistema solar... Era difícil mantenerse en éste cuando habían otras posibilidades y eran tan reales para mí ¡Vámonos, sigue tu ritmo!
Me arde la cara, debo tener fiebre, me estaba empezando a poner de mal humor y a no querer saber nada más de mi misma. Entonces, como por llegar, iban y venían, caídas de nuestro cielo, las horas de sueño. Buscando donde apoyar el cuerpo horizontalmente seleccioné un espacio medio mesético, ¿podíamos llamarlo meseta? No exactamente. Claro, que nada era exacto, no si lo comparábamos con el mundo que representaban los números o con cualquier otra cosa que fuera un tanto diferente. Más ó menos, y para que se entienda, eran disposiciones a medio aceptar siempre, eso terminaban siendo las comparaciones. Ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario, lo contenido entre ambos, de unas cosas sí, y de otras tampoco lo suficiente.
Extendí mi saco con intención de perderme en la ¿inconsciencia?, ó ¿sería más bien, la conciencia de otro mundo? ¡Gracias al cielo! Mi oportunidad de hallar algo de calma. Ni siquiera puedo desprenderme de mis pupilas empegostadas y reacias que no quieren ver la claridad. ¿Cuál de mis mentes estaba trabajando? o ¿qué aspectos de ella, habían tomado el mando? Froté fuertemente mis párpados, y no, no se movían hacia arriba, eran cortinas de ventanas selladas. Considerémoslo, a nosotros, a los seres de esta galaxia nos costaba aún ver con claridad lo que había detrás de la iluminación. Volví a hacer el intento. Nada. No se despegaban. Más no permanecían inanes, tampoco. Se movían compulsivamente de un estado a otro entre el velocímetro de la vida y el ritmo de este baile. Las manos se me llenaron de un intenso calor y de un frío húmedo, magnánimo, que intentaba extraerle al cuerpo el sentido de dolor. Supongo que es fiebre. Sí, debía ser la fiebre que me está haciendo sudar desmesuradamente. Una herida tan pequeña como esa y lo que estaba causándome. La inexacta sensación no era más que el reflejo de otro dolor. ¿Dónde estás estrella…? Te pareces un poco al aire, sólo que en otro contexto porque no era que te necesitase para respirar o para vivir, pero tú completas ese espacio de gravedad que mantenía cada cosa en