Dión

contacto efímero con los que no podían encontrar esa identidad, que se perdía entre el poder y el control de los que no podían entender nuestros mundos internos y mientras ellos se hundían en las cárceles de la falsa libertad, nos arrastraban a unos cuantos a ser sus prisioneros en asbesto forjado.

     Casi no podía creer que la magia visionaria, el I Ching hubiera tenido razón, que me hubiera prevenido de que el obstáculo fuese tan verídico... ¿era esto real?, ¿o me lo estaban haciendo así? No lagrimees más. No llores más, mi princesa. Quiero dejar en claro, que después de haber pasado tantos años sumida en los equilibrios, los aspectos de la mente, los entendimientos y demás, guardar la verdad en silencio era casi imposible. Sin embargo, tenía que ser así porque no todos estaban listos para ser despojados de su inocencia.

     Me llegó a consolar el saber que no estaba sola en las sensaciones de tristura, que la estrella estaba pasando por la misma monótona y mortificante carrera aunada al desligamiento de su destino. Sin embargo, sabía que esto no era ni muy correcto ni muy acertado, digo, esto de consolarse en sensaciones comunes; más bien era otro torpe reflejo del alma que se empeña en encontrar siempre otro reflejo; ya que en el fondo, también me mortificaba saber que tú no estabas bien.

     Así que, tomé mi saquillo de andanzas y lo rellené con lo necesario para los días que pasaría en La Sierra buscando a mi astro. A pesar de que la única condición impuesta por Kaläa para consentir en un diálogo de posible liberación fue que me mantuviera distante; realmente, yo no podía sentarme a esperar. Por otro lado, yo tampoco confiaba mucho en su palabra; y bueno... mantenerse distante era sólo posible porque existían parámetros que no podía saltarme a pesar de ser esa gitana que vagaba desde su nada hacia su yo; pues ya me había convertido en el producto de leyes cósmicas autoalimentadas, y ahora, bueno ¡qué querías!... Después de todo este parapeto de rompimiento de ilusiones, yo era como el resto del mundo y mi libertad estaba presa por ella misma. El salteador de caminos no me quería cerca y yo por un lado, lo entendía y hasta le otorgaba la razón. Es por el asunto ese de las pérdidas..., de los miedos. No obstante, yo tenía que seguir al lado

Páginas