Quebrados,
ellos,
aquellos
y quizás, de esos,
tú, también,
a veces,
te lo permitiste.
Entonces, te percatas,
que, en realidad,
No puedes ser quebrantado.
¡Eres
lo no nacido, no emergido!
¿cómo puedes ser quebrantado?,
¿entonces?.
Sabes que ahí,
en esa línea de dolores irreales,
que parecen ser reales
no hay pulso que valga el esfuerzo
y, simplemente,
soplas desde tu mano,
¡cuales granos desérticos! a las desazones,
y a los pasados gimientes
¡liberados, todos!,
ahora
Dejo ir la sensación,
con los agregados desquiciados…
y sanas las ramas
con una dulce porción de su propia savia.
Sensiblería no de humo, pero si
de incienso fresco
vientos que amilanan,
que entorpecen tus nalgas
a veces, te llagan la piel
¡no los dejes!,
tú eres más que todo eso!
De los fines a los delfines de tu temores,
no los saltas, los sobrepasas.
Obituarios entre algodones,
mercurio cromo,
y vendas
al hueco intra-terreno.
¡Alerta!,
¡protégelos!
Han sido,
ellos, de nuevo,
los que han golpeado sus puerta
a los que le has arrullados estepas,
Tú,
Y, ellos
Ah-í
Tú
Suave, guante de gentes,
de destinos
Erecta, nunca sola,
aunque así lo parezca,
estás llena de
Esencias
para ser creadas, recibidas y donadas,
ahora, les dices,
de nuevo,
que ellos,
tampoco,
nunca,
están realmente solos,
aunque otros,
los que fabrican las vendas,
que son los mismos del uranio...
que no intentan ayudar,
que, solapan,
y enferman a los demás
luego, entonces,
erecta,
siempre, misteriosamente,
acompañada de los Cielos,
los has sostenido, a algunos
porque “ellos” te han sostenido a tí…
Siempre!.
Yolanda Marín, 09/97