"GHAUS-S"

Miércoles, Agosto 3, 2016

"GHAU-S"

Wy se había rehusado a funcionar como títeres conjurados todo el tiempo, los que estaban porque querían estar/lo, pues bien; eso era cosa de ellos. Se entendía, que sí, que habían unos marcos que cumplir para poder solidificar cosas. Acuerdo por engranaje, era mi visión, de otra forma era complicado funcionar al cien por cien; –pues eso de las “V” que no era la de vendetta, sino otras y muchas, era en la que se dejaba ir, casi siempre, o mejor dicho, la alentaba, suavemente a aventarse- y otras veces, no quedaba remedio: el círculo estaba vencido, y se convertía en un ahorcado que no llevaba a ninguna parte, y en otro renglón, estaban aquellos que querían, aún, comunicarse, entablar un lazo erótico con la fantasía de mi devaneo pulsátil de la conciencia siete, pero que no lograban atravesar el entramado. No, totalmente. Sin embargo, sin darse cuenta, esto los devolvía de nuevo, al de ellos, porque era donde se sentían confortables, seguros, era lo que propiamente el que les tañía para vibrar y construir. Esta es una de las razones por las que los creativos volteamos o rotamos las cosas, por ambos yo-es de la cadena lectiva. Ni unos ni otros sabíamos ahora como llegar ese punto de convergencia. Y definitivamente, no era mi estilo el de apresar, y tampoco el de correr tras algo. Era una cuestión de respeto y espacio que ya se había convertido en una ley de in-acción, no a lo desconocido ni a lo novedoso, sino al acto per se.
Wy, sí buscaba los puntos de convergencia donde nuestro alarde hace razón con la vanguardia. Esos eran los puntos a los que iba ella directamente, sin pasar por los otros. Sin embargo, ahora, por razones de espacio-tiempo, verticalidad y horizontalidad, en la que había sido obligada a sustentarse había estacionado su transversalidad, un tanto, y había sustraído los parlantes para hacer eco de alguno sustentable. Por eso la estación.
Aparecía, ahora, detrás de mí, una figura proveniente del entre telón, casi ausente, pero esculpidora, escudriñadora, lejana, como la de quienes quieren desglosarte, leerte a través de un sueño, de una sugerencia, de un asentimiento o de miles de intentos, y que debían hacerlo en multiciplidades de esferas y no de frente, debido al eje de coordenadas al que habían quedados sometidos como f (x, y), por lo que la apertura expansiva resultaba controversial y milimétrica; esto era lo que significaba, también, un eje de coordenadas para los de la banda semi elástica, pero esta vez y=f(x), justamente porque la expansión no quería ser limitada, y donde los semblantes de quienes jugaban a cortejo con fines de conquistar un vecindario se hacían ecos latentes de numerarios y genitivos, y sus variantes.
-Hey, ¿what´s up? –me había preguntado esa figura que no lograba definir específicamente a través de los cristales de mis anteojos, mientras intentaba concentraba en la confección de mi nuevo albúm de fotografías. No era que me importase publicar o dejar de hacerlo. Era el continuo de la supervivencia. Es eso de hacer de mantener una disciplina, un rigor, un furor centrado para llegar a tener en las manos algunas cuantas conquistas de sueños, ya por el hecho de estar pasa-n-do. Ni siquiera era por. Y, por supuesto, de nuevo a la supervivencia, por la tierra de las riquezas, de la que podía derivar algunas tramoyas. A los tratamientos de los ejes y sus sostenimiento.
Podía ver ese algo, la figura; pero no se parecía a nada que hubiese visto frecuentemente, aunque sí constantemente. Es algo que puedes “sentir cuando se acerca”, que puedes desglosar cuando te tiene en sus brazos. Y que lo puedes identificar. Son los aromas de eso que circula por las improntas del camino.
Parecían aspectos cambiantes. Algunos dirían, no identificables, propiamente. Por ello, sólo podía identificarlo es sustentador y el sustentado. Lo observaba moverse, de un lado a otro, ladeando la cabeza de izquierda a derecha, haciendo como aspavientos guturales; a veces con la garganta, atragantándose con una cocada mal licuada, o como si buscase la recuperación de sus facultades ventriculares, moviendo las manos de arriba hacia abajo, como si estuvieses ensayando un guión, y señalándome su aspectos traviesos, juguetones, maduros, apasionados del sin cesar de su recorrido, y sin nada que, aparentemente le sobrase o algo que le faltase. Tu-ti- misma los había percibido y llegado a entender, a vivir todo ese sueño ilusorio y mágico, mientras ambos jugaban con las manos, con las gargantas, con las cabezas; elementos encontrados, esos opuestos de ella, los cuales resultaron ser más comunes con lo que la acontecían que con cualquier estado visionario que la habitase en sí misma en todos los tiempos. Eso era el gozo espontáneo de lo reencontrado, una y otra vez; por eso se/le dejaba. Ugh. Era común porque era conocido y suave, porque no era invasivo; no era una conspiración por la fuerza, no era un aro cerrado, era el click del momentum, un gozo común.
Mientras Wy recibía un aplauso lejano por su actuación en “Eres tú”, sólo podía sentir y recordar el momentun. Ese Gozo.